Tiempos de Coronavirus…. Y mi situación económica y psicológica…. ¿Qué hacer?
No es secreto para nadie que el alto endeudamiento es un cáncer que está
azotando los bolsillos y la paz mental y espiritual de muchísimos
costarricenses. Son tantos que, en realidad, no se tiene un número específico
de ellos, pues actualmente se tiene una idea de más 90.000 con deudas mayores a
90 días, pero solo en empréstitos ofertados en el sistema bancario nacional,
dejando de lado todas estas empresas fuera del control de la SUGEF, los que
venden electrodomésticos a pagos, los que ofrecen préstamos rápidos, los
prestamistas informales, los gota a gota, los “garroteros” del barrio, etc.
Dice un sabio refrán popular:
“éramos muchos y parió la abuela” y hoy, la abuela se llama
Coronavirus. Si antes estábamos en una
situación financiera precaria que ha generado potenciales proyectos de ley
contra la usura, ahora se nos viene de frente y sin aviso un fenómeno que viene
a afectar los mercados y a causar una recesión como nunca se ha visto en la
historia de la humanidad.
Vamos por partes… Según Arrieta (2020) el Banco Mundial ha señalado que
la economía de Costa Rica va a decrecer en un -3,3% que si lo comparamos con la
recesión esperada para América Latina de -4,6%.... No nos va tan mal. Y ojo, no todas son malas noticias, de hecho,
la misma institución espera que en el 2021 el país se levante a un
impresionante 4,5% del Producto Interno Bruto, o sea, del total nacional de
producción de bienes y servicios.
Pero… Es evidente que mientras llega el 2021, tenemos un reto por
delante: avanzar en el 2020 de una manera en que tanto nuestra situación
económica y nuestra salud psicológica puedan darse la mano y salir airosos y
esperanzados de un 2021 pujante y favorable.
Para este fin, he venido trabajando con mis pacientes varios puntos
estratégicos, que se desarrollan a la luz de la situación de cada persona, pero
que me gustaría compartir con ustedes los que sí pueden aplicarse a la mayoría
y les podría ser muy útiles:
Inventario de emociones
Está ampliamente demostrado que las compras no presupuestadas tienen una
característica: son muy emocionales.
Basado en lo que registro con mis pacientes, el porcentaje de compras
emocionales puede llegar fácilmente a un 95%. ¡Así de frecuentes!
Pero ahora pensemos: si en una
situación normal tendemos a actuar de esta manera, ahora pensemos qué clase de
emociones podemos tener ahora que nos han reducido nuestras horas de trabajo o
nos han cesado o nos mandaron a trabajar remoto y pasamos días completos en
nuestras casas y con todos los miembros de la familia trabajando “on line” o
recibiendo clases virtuales.
La realidad es que es muy posible que nuestras emociones estén a flor de
piel. Y cada ser humano va a reaccionar
muy diferente ante estas y muchas otras situaciones que podemos estar viviendo
en nuestras casas.
No se extrañe de sentir cosas nuevas ni de sentirse como muchos otros o
contrario a ellos. En este punto lo más importante es que seamos conscientes de
la emoción que nos gobierna. ¡Ah! Y por cierto,
vale destacar que a diferencia de lo que mucha gente piensa, las emociones no
son pocas. Muchos se quedan en alegría y
tristeza, pero se nos olvidan que existen la ira, el miedo, la sorpresa, la
nostalgia, el júbilo, la lástima, el fastidio, el desgano, la calma y un enorme
etcétera.
Revise sus gastos emocionales
Ya sabemos lo que sentimos y podemos ponerle los nombres que sean
necesarios. Ahora, a empezar a
relacionar qué actividades económicas están ligadas a esas emociones. Por ejemplo: si estoy muy ansioso, ¿mando a
comprar “UberEats”, o a la soda de la esquina de “Doña Juanita”?
O si estoy muy triste, ¿Busco películas “on line” para animarme que me
pueden costar hasta $10 cada una porque están en “estreno”? ¿Qué tal me siento contento y me da por
meterme en Wish, o Amazon?
Aquí el punto es que nos demos cuenta claramente de cómo me siento aquí
y ahora y si hay algún patrón de compra relacionado con esos sentimientos. Una
vez que nos comprendamos como seres “homo psicológicus” o emocionales que
somos, podremos adelantarnos a lo que nos espera, pues podremos identificar los
patrones de conducta financieros ligados a las emociones y finalmente,
identificar nuestros hábitos automáticos que suceden y no nos damos cuenta…
pero que impactan nuestra billetera.
No busquemos soluciones emocionales a problemas financieros
La máxima de oro en mi consultorio es: En situaciones financieras…. Lo mejor no
es tomar decisiones intuitivas / emocionales.
Hay casos documentados de personas que, en su situación emocional,
tienden a buscar soluciones rápidas de LIQUIDEZ. Por esto, tienen el hábito
de aceptar cualquier ofrecimiento financiero que ahora sobran, ya sea por
llamadas a nuestros celulares (los cuales se suponen que son privados…¡mmmh!) o
por mensajes de texto o incluso en nuestras redes sociales y adquirir préstamos
para pagar CUOTAS de otros préstamos, lo cual, a todas luces no es una solución.
En el mejor de los casos, podríamos trabajar con un profesional para que
estas reacciones emocionales que implican gastos se puedan controlar con las
herramientas adecuadas. O bien, seamos
conscientes de que pensamientos intuitivos dados por emociones, no deben de
generar acciones financieras.
En este escenario, siempre es mejor actuar de manera racional.
Materialice ahorros
Es posible que estemos trabajando desde la casa, o bien, alguno de
nuestros acreedores (bancos, prestamistas, etc.) nos haya ofrecido algún tipo
de ayuda financiera por un tiempo corto y limitado.
O bien, lleguemos a recibir algún tipo de ayuda ya sea gubernamental (en
el pago de agua, luz, etc.) o en el lugar donde trabajamos.
Ya sea que empezamos a ver ahorros porque no gastamos gasolina, o
comemos menos afuera y más en casa, o simplemente porque el Uber que tomaba
antes me cobraba el doble porque ahora el recorrido es sin presas, todos esos
pequeños ahorros hay que cuantificarlos primero.
Dejemos de verlos sólo en nuestro cerebro. Es hora de apuntarlos.
Pero lo más importante… Si en estos momentos no hay ahorros, ¡Empecemos
a buscarlos! Si estamos más en casa, hagamos nosotros mismos labores que antes
nos representaban un costo (jardines, lavandería, limpieza, mantenimiento, etc.).
En la cocina hay mucho por dónde empezar: Revisemos los vencimientos de
los alimentos enlatados o congelados… Propongámonos lo que en buen tico se
conoce como “sacar pegas” y veremos como de repente, la próxima compra de
comida en el super, va a ser menor.
¿Lavar el carro? Evitémoslo… por
un bien financiero, pero, sobre todo, por una ayuda al ambiente. Ahora más que
nunca necesitamos cuidar el agua.
En fin, ejemplos hay muchos.
Empecemos a generar ahorros.
Busque crear un “colchón” financiero
Una vez logremos generar y materializar ahorros, es hora de empezar a
separarlos de nuestros dineros del “día a día”.
Empecemos a meter ese dinero inmediatamente en una cajita en nuestras
casas o bien, a pasarlos a una cuenta de ahorro (ahora se puede hacer
fácilmente por medio de las sucursales en línea o virtuales).
Debemos ponernos manos a la obra y empezar a materializar todos estos
ahorros, porque de lo contrario, ese dinero que me ahorré en gasolina, lo usaré
para una pizza, o en una película o en algún nuevo artículo en Amazon. Recordemos… Los ahorros muchas veces generan
emociones muy positivas, que podrían estar ligadas a hábitos negativos de
consumo, situación que muchas veces la resumimos en “es que parece que la plata
le quema las manos”… ¿Reconoce este dicho popular? Bueno, ya sabemos que
el dinero no quema… son los hábitos negativos de consumo emocional y no
presupuestado.
Lo que no puedo medir, no lo puedo cuantificar. Y si no lo puedo
cuantificar, no lo puedo administrar. Así que a empezar a materializar y
ahorrar. ¡Este dinero nos vendrá muy a
bien en los meses que se nos aproximan!
Hable asertivamente con sus acreedores (banco, prestamista, arrendador, etc).
Lo anterior está diseñado para trabajar los temas que están bajo nuestro
control. Pero ¿Qué pasa con todos estos impactos financieros que están fuera de
nuestro control?
Pues bien, no hay de otra que tomar “el toro por los cuernos”. En temas financieros, dejar para después,
evadir irracionalmente o no querer entender la situación que se vive, solo
genera una “bola de nieve financiera” negativa. O sea, un crecimiento exponencial de las deudas.
La mejor decisión es presentarse ante su acreedor. Recuerde, no existe razón en Costa Rica de ir
a la cárcel por una deuda, en el cuanto y tanto usted sea responsable de
ella.
Evite ideas irracionales y
simplemente preséntese con ellos y exponga su caso. En este instante, existen diversos medios
para readecuar las deudas y buscar una salida eficiente para ambas partes.
Pero no hable con suposiciones ni escenarios favorables. ¡Todo lo contrario! Sea asertivo y explique con
lujo de detalles su situación. Eso puede
hacer la diferencia de un trato general a uno personalizado y acorde a su
situación.
Busque asesoría
¿Qué pasa cuando nos duele un diente? Vamos inmediatamente al
dentista.
¿Y cuando nos duele el estómago? Sin lugar a duda sacamos una cita con
el doctor.
Pero ¿Cuando nos vemos en problemas financieros y psicológicos? Les voy
a decir que todos mis pacientes me lo han confesado: no hacen nada. Dejan de ver los estados de cuenta, ignoran
llamadas y mensajes (que, por cierto, no son gratis, tienen un enorme costo
económico) o simplemente le preguntan a alguien que está igual de endeudado o
más, pero no es experto en el tema.
Seamos claros: zapatero a tus zapatos.
El tema del alto endeudamiento es multifactorial.
Cada persona tiene
disparadores psicológicos que le causan este tipo de problemas, junto con los problemas
psicológicos y emocionales que se generan. Por lo que se necesita un
acercamiento multidisciplinario.
No te quedes de brazos cruzados.
Busca la asesoría para estos casos y no esperes que la solución a tus
problemas aparezca “mágicamente”… Porque si hay algo que en los números no
pasa… es magia.
La solución está en tus manos.
MAE. Rigoberto Salazar Delgado
Licenciado en Psicología.
Carné 11041
Referencias
Arrieta, E. (domingo 12 de abril,
2020). Economía de Costa Rica caería en un 3,3% del PIB en 2020. La República.
Recuperado de https://www.larepublica.net/noticia/economia-de-costa-rica-caeria-en-un-33-del-pib-en-2020


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